Arístides Bastidas, el yaracuyano de la ciencia

La historia contemporánea de Yaracuy está llena de personajes que han pasado al olvido, Arístides Bastidas forma parte de ese grupo de personalidades que a pesar de su gran aporte a la sociedad, hoy en día ni se les menciona. Este personaje yaracuyano es un ejemplo de que las limitaciones físicas no son un impedimento para lograr nuestros propósitos, el mismo se autodenominó “un yaracuyano con suerte”, pues ciego, en silla de ruedas y prácticamente mudo en sus últimos años de vida, no lo limitaron de seguir aportando al periodismo científico venezolano, del cual fue pionero, escribía sobre ciencia con un lenguaje que todos pudieran entender. 

Arístides Ramón Bastidas Gámez, nació en San Pablo, el 12 de marzo de 1924. Creció en el campo, sus padres Nemesio y Castorila buscaron la manera de que su hijo tuviera un mejor futuro, pues las precariedades de la vida rural para principios del siglo XX eran muchas, aún los campos de San Pablo no contaban con luz eléctrica. Arístides se muda junto a su familia a Caracas en 1936, cursaba estudios en el Colegio Fermín Toro, pero no logró pasar del primer año de bachillerato, la situación económica de la familia Bastidas Gámez era cuesta arriba, si Arístides quería aprender y estudiar, debía ser autodidacta, y si que lo fue. 

Luego de trabajar en diferentes oficios, Arístides se inició en los medios de comunicación hacia el año de 1944 como coeditor y comentarista de noticieros en algunas radiodifusoras de la capital. Después de ese acercamiento con el periodismo, se le abrieron las puertas en el diario Últimas Noticias siendo reportero de calle, a los dos años siguientes se le presenta la oportunidad de unirse a la prestigiosa cadena de El Nacional, a la cual perteneció por más de 40 años, comenzó como periodista de calle y policial, después de eso se aboca netamente al periodismo científico, donde fue pez en el agua. Bastidas comenzó con estudios del medio ambiente y sobre la conservación del mismo. Gracias a sus colaboraciones, recibe su primer diploma que lo acredita como un periodista comprometido con la ciencia y tecnología. 

Bastidas incentivado por el escritor Arturo Uslar Pietri quien para entonces era el director de El Nacional, publica su columna llamada “La Ciencia Amena”, que más adelante le sirvió para publicar su primer libro y abrirse campo en la ciencia venezolana. Bastidas militó para el partido comunista, lo que le permitió trasladarse a Barquisimeto y allí fundó la Seccional de la Asociación Venezolana de Periodistas, organización que dió paso al actual Colegio Nacional de Periodistas, en el año de 1971 funda el Círculo de Periodismo Científico de Venezuela, un importante paso para la divulgación de la ciencia y tecnología del país, y con la fundación de este círculo, comienza a expandirse por Latinoamérica la iniciativa de crear organizaciones siguiendo el modelo propuesto por Bastidas. 

Lamentablemente las malas noticias para Bastidas, estaban por llegar. Durante el régimen de Marcos Pérez Jiménez, Arístides vivió la represión lo que lo llevó a la cárcel por tener diferente ideología, es en la cárcel donde fue sometido a tratos inhumanos que posteriormente desencadenaron una artritis crónica en todo su cuerpo, en 1975 pierde la visión, el 31 de diciembre de 1982 sufre un accidente y se fractura su dos fémures lo que le imposibilita volver a caminar. No solo con esos padecimientos, otra mala noticia estaría por llegar sus cuerdas vocales comenzaron a fallar, lo que lo llevó a realizarse varios procedimientos quirúrgicos que concluyeron en una traqueotomía. Bastidas emitía solo murmullos, pero eso no le impidió seguir adelante con sus escritos, libros y demás actividades que le hacían mantener la alegría de vivir, nunca pensaba en que sus padecimientos debían limitarlo de sus pasiones. 

Desde su «brujoteca», como se llamó su oficina personal, preparó a muchos jóvenes pasantes de la comunicación social. El espíritu humilde y colaborativo de Arístides, lo llevó a cosechar diferentes premiaciones a su incansable labor divulgativa de la ciencia, sus reconocimientos se dieron tanto en Venezuela como en el exterior, en 1961 obtiene el Premio Nacional de Periodismo, en 1972 recibe en Washington el premio de Periodismo Científico de la Sociedad Iberoamericana de Prensa, en 1976 es condecorado y designado como profesor honorario de la Facultad de Humanidades y de Educación de la Universidad Central de Venezuela,, mismo título que le otorga la Universidad Simón Rodríguez en 1979. El premio más importante le llegó en el año 1982 en París, cuando la UNESCO le entregó el Premio Kalinga. Ninguno de estos reconocimientos le arrancó la humildad y sencillez de Bastidas, hoy por hoy su nombre sigue vigente en los estudiantes y conocedores y divulgadores de la ciencia y tecnología. En su haber tiene más de 14 libros editados, donde destaca «El Anhelo Constante», «El Átomo y sus intimidades», entre otros. 

El 23 de septiembre de 1992, horas antes de morir se enteró que se le otorgaría un premio internacional y horas después, el alma bondadosa, inteligente y autodidacta de Bastidas, había partido del plano terrenal. El sufrimiento se había desvanecido, partió a la eternidad en la ciudad de Caracas. Los diarios y revistas no dejaron de publicar sus notas de condolencias para la familia de Bastidas, sin contar de todos los reconocimientos y premios post mortem que recibió. La vida de este gran hombre es un ejemplo de lucha y perseverancia, en el año 1993, el pueblo que lo vió nacer en reconocimiento a su memoria es elevado a municipio y pasaría a llamarse Municipio Arístides Bastidas. 

Daniel Navarro Petit @ElJournaldeDani 

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