Esta casona ubicada en la ciudad de Barquisimeto, específicamente entre las calles 42 y 43 con carreras 16 y 17 abarca una manzana completa y ha sido uno de los lugares de mayor misterio en la ciudad crepuscular, muchas historias rondan la Quinta Mayda, desde una mujer que deambula en el lugar vestida de blanco y que atraviesa los portones de la quinta, otros afirman que hay un sótano que lleva directo al parque Ayacucho, pero la que más cuentan es que allí suceden cosas paranormales pero que los que habitan hoy en día la quinta aprendieron a vivir entre fantasmas.
La Quinta Mayda la hizo construir don Carmelo Giménez para el año de 1921, era un acaudalado comerciante de origen yaracuyano quien se enamoró perdidamente de una bailarina francesa que estaba en Barquisimeto, el hombre decidió construir una gran casa para vivir con su enamorada y esta joven le pidió que la quinta fuera construida al estilo parisino, don Carmelo contrató a un arquitecto francés y en 1922 ya la casona estaba culminada. La feliz pareja convivió solo un tiempo en la quinta hasta que la bailarina le pidió a don Carmelo una gran cantidad de dinero para pagar unas deudas en París, pero esta se fue con el dinero y más nunca regresó. Al ver la acción de la bailarina, don Carmelo decidió arrendar la quinta a las familias más adineradas de Barquisimeto.
Un famoso cañicultor del Valle del Turbio llamado Cruz María Yépes Gil decidió comprar el inmueble y regalarlo a su esposa Julia Elena Joubert a quien cariñosamente llamaban «Yuya», la casona era espléndidamente bella con exuberantes jardines. La familia se mudó junto a sus dos hijos Edgar y Beyla y en el año de 1935 nacería la pequeña Mayda y decidieron bautizar la casona con el nombre de Quinta Mayda. La gran casa se convirtió con los años en el lugar predilecto para las más apoteósicas reuniones sociales y hasta se celebrarían dos bodas, la de Beyla y Mayda.
En los años 60 ocurrió un suceso el cual llevó a don Yépes Gil a irse nuevamente con su esposa Yuya a la hacienda en el Valle del Turbio. Un mayordomo por celos hacia su enamorada quien era la cocinera de la quinta, asesinó al albañil que hacía arreglos en la casona, suceso que fue un escándalo para la época. A mediados de los años 70, doña Yuya regresaría a vivir a la quinta, pues don Yépes Gil había fallecido, pero no pasó mucho tiempo cuando doña Yuya empezó que sentir ruidos y lamentos, aseguraba que habían entidades malignas en la casona, inmediatamente decide mudarse a principios de 1980 y traspasar la quinta a su hijo Edgar Yépes que también manifestó sentir ruidos, gritos, susurros, pasos de caballos y carretas, no podía dormir en ocasiones. Nuevamente la casa quedaría deshabitada aunque era utilizada en ocasiones para celebrar fiestas de disfraces.
Para los años 90, Edgar Yépes pone la Quinta Mayda en venta, existían planes de hacerla parte del Parque Ayacucho, pero Edgar Yépes autorizó a una compañía la demolición de la quinta para darle paso a unos lujosos y novedosos apartamentos, pero todo quedó allí debido a que unas personas invadieron la quinta y exigían al gobierno la expropiación del terreno para construir viviendas.
La Quinta Mayda se encuentra en un estado deplorable, ya solo quedan vestigios de los que algún día fue, en el lugar viven algunas personas a pesar de que la quinta fue declarada Bien de Interés Cultural, pero que ante los ojos indolentes de los entes encargados del patrimonio cada día se esta más lejos de que esta quinta sea recuperada y se convierta en un excelente atractivo histórico para la ciudad.
Daniel Navarro Petit @ElJournaldeDani
Fotografías: créditos a los autores de las fotografías
No responses yet